martes, 22 de septiembre de 2015

Gatitos

Llegó la hora. Estoy vestido y listo, no tengo apuro en verla, pero sí, mucha curiosidad.

Estaba esperándome -se nota- abrió muy rápido la puerta apenas toqué el timbre. Me hace pasar y un escalofrío recorre mi espalda, tres gatos empiezan a dar vueltas entre mis piernas, casi tropiezo y ella los espanta. Su mirada se desfigura por un instante y luego regresa a mirarme con cierta dulzura que en su cara me repele. Camino lento entre paredes despintadas que muestran manchas de humedad y hongos dando un aire lúgubre y frío. Pese a ser las cuatro de la tarde no entra bien la luz y todo está envuelto en una mediana oscuridad, no hay cuadros, floreros o algún vestigio de alegría.

Martha es fea. Así, sin más. Tiene el pelo cortísimo y asimétrico gracias a su obsesión por cortarlo ella misma. Su nariz es larga, delgada y afilada en una punta que siempre apunta al suelo, sus ojos grandes, parecen platos donde se sirve locura y soledad.

Vive en la esquina de mi casa y detesto pasar por ahí. Su casa expele un olor a guardado que se lo siente desde la acera, tiene horribles cortinas amarillas con grandes flores rojas que salen por las ventanas bailando sus colores cuando sopla mucho viento.

Hay algo en ella que me molesta, no sé si su fealdad, el olor desagradable que su casa y ella expelen, o los gatos. Miles de gatos maullando todo el tiempo. No sé de dónde saca tantos. El otro día me ofreció unos cachorros, pero la imagen de ternura y fealdad contrastada, fue demasiado para mí, rechacé la oferta y seguí.

Creo que me espera constantemente, ayer me invitó a tomar café porque quiere entregarme unas cortinas que en algún momento le dije que compraría para ayudarla económicamente, el barrio entero sabe de su pobreza y deudas desde que murió su hija. Detesto la idea, pero no pude rehusarme. Es decir, no quise, tenía curiosidad por entrar a esta extraña casa.

De pie en su cocina trato de ser amable, pero no tengo ganas de quedarme; hay casas que invitan a estar, otras a huir, la de Martha es del segundo grupo. Pregunto por las cortinas para apurar el tema y poder irme, pero al entregarlas, me invita a tomar asiento y beber el café caliente que ha preparado. No quiero conversar con ella, pero ahí está, sentada con un vestido que tiene una ligera abertura la cual deja ver sus piernas, son bonitas, no pensé que Martha tendría algo bonito, pero lo tiene, son sus piernas. Bien torneadas y firmes, distraigo mi mirada, pero encuentro sus ojos, ella notó mi análisis y aparentemente no le molestó. Me ubico frente a ella en la mesa y empiezo a beber.

-Gracias Martha, las cortinas están muy bien y el café también. ¿Qué es ese sabor amargo que queda al final?

-Veneno

-¿Qué?

-Lo que escuchaste: Veneno; y su boca hace una mueca parecida a la sonrisa mientras su cuerpo se acerca, apoya el codo sobre la mesa y su cabeza en la mano para mirarme fijamente; ella está disfrutando el momento, se nota.

Empiezo a sentir que el estómago se aprieta y mis piernas empiezan a entumecerse, suelto la taza y trato de pararme, no puedo. Trato de gritar, pero es imposible.

-Tranquilo, no pongas resistencia o sufrirás más. El veneno se activa con la adrenalina y ataca el sistema nervioso.

- ¿Estás loca? ¿Por qué Martha, por qué? Se incorpora, de repente está seria y erguida.

-Me sorprende tu pregunta. ¿Pensaste que nunca descubriría que fuiste tú, el que atropelló borracho a mi niña? ¿Creíste que nunca encontraría al cobarde que luego de atropellarla, ni siquiera se bajó a ayudarla? ¿Sabías que María no murió inmediatamente? Si te hubieras bajado, ella estaría viva.

-Martha…

Siento que soy arrastrado, no puedo moverme y veo con dificultad, pero sigo lúcido. Me lleva hacia una habitación muy oscura; escucho maullidos, ruidos furtivos, algo se mueve muy rápido, casi no puedo respirar. De repente, escucho la voz de Martha casi en un susurro, antes de que cierre la puerta.

-Gatitos, les traje su comida. Buen provecho

3 comentarios:

  1. Ohhh !! nunca me había sorprendido tanto un relato en tan pocas líneas. Enhorabuena es genial.

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  2. Excelente, con un ligero toque Lovecraftiano (Los gatos de Ulthar)

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