jueves, 26 de septiembre de 2013

En la fila

Una mujer mastica chicle, aparenta unos cincuenta años por las arrugas alrededor de ojos y cuello aunque trata de abrazarse a la juventud con su ropa deportiva. Hace calor, el aire acondicionado no abastece lo suficiente para todos los que están haciendo fila, arrimados casi uno encima del otro, percibiendo sus olores y confundiéndose entre ellos mientras el tiempo sigue avanzando.

También está un joven guapo, delgado con pantalón color mostaza y camisa celeste resoplando enojado porque la fila no avanza, comenta un poco para sí pero todos escuchan su devaneo filosófico sobre el mal servicio que prestan las entidades públicas, el maltrato a los clientes y las odiosas comparaciones con países industrializados. Todos lo escuchan pero nadie opina, el hastío y el calor impiden el quórum necesario para la queja.

Se cansa de la fila y decide retirarse un hombre con camiseta del Barca de España, es de la nueva temporada y contrasta con su pantalón raído y sus zapatos con vestigio de lodo, se va quejándose y repartiendo maldiciones como invitaciones para empezar un conflicto que nadie decide aceptar. De repente la señorita del balcón de servicio vocea un número y todos revisan automáticamente el suyo, unos para suspirar notando la distancia con el número mencionado, otros calculando cuánto faltará hasta que llegue su turno y un solo beneficiado que se acerca y por fin es atendido.

El murmullo cada vez es más fuerte, las voces de queja empiezan a escucharse más claramente y la temperatura del aire acondicionado empieza a bajar, tal vez en un esfuerzo para que los ánimos se calmen un poco, pero todo esto, es más que una fila, es una confluencia de vidas, angustias y esperanzas; todos juntos compartiendo el mismo tiempo y espacio.

Todas estas personas por un  momento coincidieron en la elección del lugar, por un momento todos estuvieron pensando lo mismo y el mundo hizo que todos estén ahí respirando insoportablemente sus miserias, uno a lado del otro, ansiando ser atendidos para resolver aquello que la causalidad utilizó como artimaña, para tenerlos esperando la voz chillona y desagradable de la señorita del balcón de servicio diciendo: siguiente!






miércoles, 18 de septiembre de 2013

Huye de su veneno

Carmen está enferma, su cuerpo se contagió y su sangre se infectó, no recuerda bien cuando exactamente sucedió y ya dejó de intentar acordarse porque no hay reverso en lo que le sucede. Su cuerpo sintomatizó aquello que enfermó primero a su alma. Ahora está en un hospital para enfermos terminales con un cáncer que la debilita cada día, duerme mucho gracias a las pastillas que le aminoran los intensos dolores propios de su enfermedad y cuando está despierta se siente muy cansada para leer, prefiere ver el jardín o disfrutar el perfume de las flores frescas que todas las mañanas Elisa su enfermera favorita, cambia para ella y las deja sobre su pequeño velador.

Elisa es una chica joven, bonita y siempre alegre que decidió estudiar enfermería por su intensa vocación de servicio, disfruta lo que hace y es muy querida entre los pacientes y el personal del hospital. Tiene unos grandes ojos azules que contrastan con su pelo oscuro y corto que le llega a la altura de las orejas cortado sin mayor cuidado con algunas puntas salientes que le dan un toque muy juvenil. Una mañana como de costumbre entra a cambiar las flores del velador de Carmen y percibe algo diferente. Sus párpados no se mueven, toca su muñeca para tomarle el pulso y no hay nada que hacer, Carmen por fin descansa, espera que haya encontrado la paz que tanto anhelaba. Empieza a arreglarla cuando de entre su ropa cae una carta que sólo dice "Para Elisa". La toma y guarda en su bolsillo y anuncia del fallecimiento de Carmen a sus superiores para hacer todo el trámite correspondiente. Su trabajo termina a las cinco de la tarde y es ahí cuando al salir del hospital decide ir a sentarse en una de las bancas frente al río para poder leer la carta que no la intriga demasiado pero siente curiosidad ¿qué podría escribirle esa anciana? ¿una herencia? ríe divertida. Encuentra una banca vacía y saca la carta de su bolsillo, se acomoda y empieza.

"Querida Elisa, seguramente te sorprenderá haber recibido una carta mía, pero no tuve hijos y tu fuiste en mis últimos días, lo más parecido a una hija amorosa y pendiente. Tu sonrisa iluminaba la habitación y mi corazón todas las mañanas, nunca te lo dije pero agradecí cada ramito de flores que ponías todas las mañanas en mi velador, me hizo feliz las veces que con paciencia me llevabas en mi silla de ruedas a ver el jardín y luego me leías a Cortázar, pero esta carta no es sólo para agradecerte sino más bien para advertirte. Mi cáncer fue sólo la respuesta al veneno que corría por mis venas desde hacía muchos años. Es fácil contagiarse con ese veneno porque no lo descubres hasta que es tarde. Te explico:

Existe una vieja, encorvada, llena de arrugas muy profundas con una piel muy oscura sin llegar a ser una persona de raza negra, tiene artritis lo asumo por sus dedos totalmente torcidos; tiene un poderoso y desagradable olor a tabaco, su boca casi sin dientes da un aspecto decadente en conjunto con una alopecia que la tiene calva por partes y por otras, caen unas mechas grises y sucias. Luce siempre un vestido raído y anda descalza con unas uñas llenas de hongos y podredumbre, cuando te habla sientes que tus oídos sufren pues tiene una voz chillona como si fuera el quejido de un animal herido de muerte, es una voz que te petrifica y nunca olvidarás, camina lento y se mueve entre las sombras, prefiere la oscuridad y detecta el miedo a kilómetros, cuando te elige como víctima, ataca en solitario, tiene un abordaje sutil tratando de pasar inadvertida como una pequeña hormiga que camina sobre el pie descalzo y en el momento menos pensado te muerde.  Esta vieja cambia de forma para atacar, el problema es que cuando te muerde, clava su veneno en ti y éste se aloja directamente en tu sangre y empieza a circular rápidamente por todo tu torrente sanguíneo sin que puedas notarlo hasta que es demasiado tarde. Ella por el contrario ahí encuentra su fuente de juventud, se renueva con cada dosis de veneno que sale de su cuerpo extendiendo muchas semanas más su vida.

Volviendo al efecto sobre el ser afectado por su picadura, mira, pierdes el control sobre ti, poco a poco empiezas a desconocerte, te envuelves en rabia, no logras pensar bien ni distraerte, temas que antes eran meras preocupaciones normales y manejables se convierten ahora en pesadillas que te quitarán el sueño para siempre, pierdes tu objetividad. ¿Por qué te cuento todo esto? porque ese veneno se llama frustración y la única forma de que no te envenene y acabe con tu vida como lo hizo con la mía es que la detectes a tiempo. Nunca podrás tener todo, siempre al ganar algo perderás algo también, lo importante es que aquello que ganes sea siempre mayor que aquello que perdiste. Nunca dejes nada para después, porque después siempre es tarde y sobre todo, entrega todo de ti, que nunca quede un pendiente por hacer, que si algo termina, que jamás quede en ti la duda de si al haberlo intentado un poco más, todo sería mejor. No permitas que la frustración entre en tu sangre porque terminarás enferma como lo estuve yo.

Quiero que seas feliz Elisa, por eso te he escrito haciendo acopio de mi último aliento de vida, un abrazo.

Carmen"


Elisa queda estupefacta, saca de su bolso un cigarrillo marlboro rojo, lo enciende con unos cerillos y mientras observa el humo que sale de su primera bocana se queda reflexionando sobre la carta. La vida es rara, te da mucho y luego te lo puede quitar todo, ¡pobre mujer! exclama y luego sonríe recordando las mañanas en el jardín filosofando con Carmen sobre Cortázar y un mundo donde siempre logres un final feliz. Se queda un rato más hasta que termina el cigarrillo, guarda la carta en su bolso y al voltearse una vieja encorvada con arrugas profundas y piel muy oscura sin llegar a ser de raza negra, que expide un desagradable olor a podredumbre y tabaco le sonríe, ella la mira, le devuelve la sonrisa, se levanta y empieza a caminar. La vieja la sigue con la mirada pero Elisa se ha marchado.



sábado, 14 de septiembre de 2013

Siempre juntos


Caterine llega temprano a casa luego de una intensa jornada laboral, sueña con descalzarse y tomar un largo baño en su tina con mucha espuma y agua caliente. Aparca frente a su casa y le sorprende ver un biplaza rojo afuera, piensa que tal vez es alguien que visita a uno de sus vecinos pues nunca antes había visto ese auto por el barrio, antes de entrar, revisa que las plantas que adornan la entrada estén bien regadas, están empezando a florecer unas ixoras color morado preciosas, así que contenta con sus plantas, cruza la puerta principal, camina por un pequeño camino, sube dos escalones y entra a su casa.

Desde la entrada se puede apreciar la sala con un gran ventanal que permite la visión completa de un patio con una galería acogedora, testigo de las reuniones semanales que ella junto a Jorge ofrecen todos los fines de semana para amigos y familiares. Luego de la galería está una piscina grande con un cómodo jacuzzi y finalmente una parrilla que se convierte en el centro de conversación de cada reunión. Llevan una vida social muy agitada debido a sus profesiones. Jorge y ella ocupan cargos importantes en sus respectivas empresas de labores. Él es vicepresidente de uno de los bancos más importantes de la ciudad y ella la gerente administrativa de una cadena internacional de hoteles. Caterine no es bonita pero tiene una sonrisa que encanta y alegra un poco sus ojos grandes y tristes como punto central de una cara redonda, aunque a veces sus ojos la traicionan y develan un halo de tristeza producto de la vida que junto a Jorge a llevado, gracias a muchos años de infidelidades que luego son compensados con viajes, joyas y promesas de que no volverá a suceder.
Parada desde la entrada haciendo una visión panorámica de su casa se siente satisfecha, tiene lo que soñaba cuando era niña, al menos a nivel material, gira a su izquierda y empieza a subir una escalera de caracol hecha de cemento blanco como la mayoría de las paredes de su casa, del lado izquierdo de la pared hay innumerables figuras religiosas, crucifijos, santos, vírgenes y demás imágenes que le dan fuerza para seguir aguantando "su cruz". En el camino se ha descalzado y sube despacio y cansada, casi puede sentir las burbujas en su piel sólo de imaginarse aquel baño esperado y de repente algo la distrae de sus pensamientos, las últimas imágenes de la pared están movidas y un crucifijo en el piso, se sorprende y agacha para recogerlos y ponerlos en su sitio. Termina de subir gira a la izquierda y avanza por un corto pasillo hasta llegar a la puerta de su dormitorio extrañamente cerrado.

Su corazón empieza a latir con mucha fuerza, se llena de temores y camina casi en puntillas hasta hacer girar lentamente la cerradura y abrir la puerta sólo un poco, casi asomando sólo la nariz apunta el teléfono, toma una foto y cierra la puerta en silencio. Sus latidos golpean tan fuerte que siente que le van a estallar las venas del cuello, pero aún así regresa sobre sus pasos, baja la escalera casi sin respirar sale de su casa y sube a su auto. Lo arranca despacio y se aparca cerca de un parque para tomar un respiro y revisar la foto.

Es una foto malvada, están a contraluz pero claramente se ve la figura de Jorge, hermoso como un dios, con sus músculos totalmente dibujados por el trabajo que realiza, apoyándose sobre sus dos manos mientras esa mujer desconocida le tiene las piernas cruzadas en su espalda, parece foto artística: dos cuerpos perfectamente tonificados y marcando músculo en brazos y muslos, pero lo que más le llama la atención son sus rostros, los dos tienen la mirada clavada en el otro con una expresión que nunca antes había visto en Jorge y le enfurece que él la tenga con otra. Se lanza a llorar sobre el volante un largo rato, hace un recordatorio mental de todas las veces que lo ha encontrado teniendo un affair y una vez encarado, él lo reconoce, desprecia a la mujer de turno en su presencia, le pide perdón y todo regresa a la calma; pero esta es la primera vez que lo descubre en su casa y en su cama. Revisa el teléfono y no hay llamadas ni mensajes de Jorge, está segura que ni notó que ella estuvo ahí presenciando su momento de entrega y placer.

Decide ir e imprimir esa foto, tener una prueba más que sumará al folder que tiene lleno de mails escrito por Jorge a otras mujeres con descripciones sexuales explícitas, vouchers de moteles y temas varios de la misma naturaleza que ha ido descubriendo a lo largo del tiempo y se han convertido en su colección personal con la idea de chantajearlo con un abandono escandaloso que jamás se dará. La verdad es que ella no puede vivir sin él, lo necesita, necesita verlo dormir a su lado todas las noches, sentir su respiración en la madrugada y verlo sonreír. Hace la diligencia, va a un lugar de fotocopiado, imprime varias copias y las guarda en un sobre color manila.

Llega a su casa y ya el biplaza no está, se aparca y baja del auto, abre las puertas y entra a su casa; siente que las piernas le tiemblan pero debe mostrar naturalidad, sube las escaleras y escucha el ruido de la televisión encendida en el dormitorio. Entra y lo ve acostado en calzoncillo y camiseta de muy buen humor, la saluda cariñoso y ella corresponde de la misma manera. Avanza hacia el baño y luego al walking closet donde en el último cajón tiene escondido el folder con todas las pruebas que jamás utilizará pero con las que siempre lo amenazará. Se cambia de ropa por una pijama cómoda, se saca el maquillaje y sale del baño hacia la cama.

Se acuesta junto a él y le pregunta: -me amas?  -pero por supuesto vida, nunca lo dudes. -estaremos siempre juntos? -siempre, baby. Luego la rodea con sus brazos pegándola a su pecho y eso es todo lo que ella necesita saber, esa foto y esa imagen, se quedaron guardadas en el folder para siempre.