domingo, 24 de febrero de 2019

Ella y él



Está sentada en primera fila. Llegó media hora antes para poder sentarse justo frente al podio, ha llegado directo de la peluquería donde fue para pintarse las raíces y alisar su rubia cabellera, a él le gusta verla lacia. Ansiosa revisa su celular, pronto empezará la charla y aparecerá. ¿Qué corbata usará? ¿Se pondrá la morada como un guiño para ella por ser su color favorito, o vendrá con una azul que ella le regaló para un cumpleaños? 

En consecuencia, ella eligió un vestido celeste, uno de los colores que  él disfruta, tanto, como verla en vestido porque al cruzar las piernas se la imagina en la cama, eso le ha dicho y ella no duda. Ella siempre le cree. Lleva zapatos azules en punta con tiras cruzadas. Él los eligió mientras caminaban por el centro hace algunos meses y entraron a una tienda de ropa como adolescentes enamorados que juegan a ser un matrimonio. La hizo probar mucha ropa y le compró esos zapatos.

De repente, suena música ambiental y descubre que es su banda favorita en versión bossa nova y sonríe, quiere creer que él también pensó en eso por ella. Mientras ella divaga en recuerdos, una mujer delgada sube al escenario y empieza a hablar, el momento se acerca, puede percibirlo. Escucha una breve biografía sobre él y ella sonríe, ella siempre sonríe cuando hablan de él. Mira el teléfono celular, busca un mensaje suyo, pero no hay nada, no importa, debe estar ocupado, pronto lo verá y él, a ella.

Lo nombran y lo ve aparecer como un rockstar de saco y corbata. Camina con la espalda erguida, paso seguro y mirada altiva, siempre sonriendo, se sabe admirado  y aclamado. Agradece a la mujer delgada que lo presentó y se para frente al público. La ve, la mira a los ojos, pero sigue mirando a los demás, impertérrito, su presencia no lo altera, en cambio, ella siente cómo su corazón le late en la garganta, cruza las piernas, se pone el pelo hacia el lado izquierdo sobre su hombro y lo mira.

Vino con una corbata rosada, ella está segura de que lo hizo para despistar, hay quienes pueden enojarse si supieran lo que ellos viven, entonces, él se pondría nervioso y se alejaría otra vez de ella. Siempre que se pone nervioso corta el contacto temporalmente, pero no se quiere quedar en el pasado, prefiere verlo brillar, gesticular, moverse en la locución con la misma soltura con la que se mueve en la cama con ella, relajado, sin presiones, seguro de sí mismo y de la adoración de ella.

Mientras él habla, ello lo analiza; nariz grande, ojos pequeños, boca definida. El pelo lacio con algunas canas, le dan un toque de madurez que le gusta, porque siente que el paso del tiempo lo están viviendo juntos. Ella tampoco es la misma, ha engordado un poco, pero mantiene las curvas que le gustan a él, un trasero prominente y un pecho pequeño, unido por una cintura marcada, la cintura que a él le gusta apretar cuando está desnuda y a horcajadas sobre él. Mueve la cabeza para espantar las imágenes mentales, concentrarse y escuchar el discurso, se acomoda el pelo hacia el lado derecho esta vez, y juega a mirarlo fijamente, espera alguna reacción, pero él se mantiene en lo suyo, nada lo afecta. Nada.

Recuerda hace 8 años cuando le dijo que estaba embarazada, él no movió ni un músculo de la cara, escuchó atentamente toda su angustia, y se limitó a preguntar:

-¿Qué vas a hacer? Yo no puedo hacerme cargo, no es un buen momento

Pero a ella no le importó y lo tuvo, es un pequeño niño que heredó los ojos y orejas de su padre, la nariz y boca de su madre y el apellido del esposo de su madre. Es su adoración, en contraste, él se limita a ponerle un “like” en  las fotos que sube a redes sociales, pero no importa, ya llegará el momento y todos podrán estar juntos, el niño seguirá los pasos de su padre, ella se encargará.

La ponencia avanza y la sala está casi llena, hay fotógrafos y cámaras, pero ella oculta su cara con la mano, o mueve el pelo, no debe salir en las fotos, porque lo que importa no son las fotos, sino la vida real, lo repite como mantra y lo cree, él se lo ha dicho y así mismo es. “Un cúmulo de primeras veces”, así es como él resume su relación y ella se emociona, lo ama.

Finalmente, termina de hablar, él sonríe al público, deja el micrófono y baja para las fotos, ella se ofrece a tomarlas, lo ve sonreír del otro lado de la cámara de los teléfonos. Imágenes que rodarán por las redes sociales, pero en las que ella no aparecerá, salvo veladamente, tal vez de perfil o de espaldas.

Se emociona, la gente empieza a salir, es el momento del encuentro formal, ¿se irán juntos? ¿Le dirá algo? Lo sigue hasta la puerta con cierta distancia hasta que él hace un gesto inusual, se detiene, mete la mano en el bolsillo de su pantalón, saca su teléfono y empieza a escribir, luego de hacerlo, vuelve a guardar su teléfono y sin voltearse, avanza. En ese momento ella recibe un mensaje
-         
 -           --Gracias por venir, se te ve espectacular en ese vestido.
-          --Tus piernas están para morderlas
-          --Nos vemos mañana en el lugar de siempre, necesito estar contigo

Camina apurada para abrazarlo, o despedirse con beso, pero sólo alcanza a verlo entrar en el auto de su esposa y cerrar la puerta, después de haberle dado un beso en la boca.  Siente vértigo, le tambalean las piernas, de repente, un brazo cruza sobre sus hombros y escucha una voz familiar

-Tranquila Colorada, ya sabes que él debe cumplir con lo social y políticamente correcto.

Es la voz de uno de los pocos amigos en común desde la época del colegio que trabaja con ellos en el mismo lugar y está al tanto de la relación, también le sirve de apoyo emocional cuando siente que se derrumba. Sin embargo, a veces la culpa invade y piensa en su familia; se visualiza parada sola en la mitad de la calle mientras él, seguramente está contento comentando sobre el éxito de la noche, lo imagina feliz y piensa en su esposo, ¿qué pensaría de ella si conociera su verdadero paradero cuando dice que tiene reuniones de trabajo? Luego entristece, está segura de que si ese bebé que tuvo, hubiese sido niña, tal vez, el beso antes de cerrar la puerta fuera para ella, pero la vida no quiso. Así que prefiere no pensar y respira hondo para responder rápido

-Tranquilo, estoy bien. No te preocupes, ya me voy a casa. Nos vemos mañana en el trabajo

Camina sola en busca de un taxi que la regrese a su realidad cotidiana, pero en el camino piensa en el día siguiente. Todo va a estar bien. Mañana volverá a verlo y será una nueva "primera vez"...