miércoles, 9 de septiembre de 2015

Un ruido, un grito.

Ya están todos levantándose para sepultar el féretro. Hoy es el tercer día, les he dicho que quiero esperar un poco más. Nadie me hace caso, pero sé que vas a despertar.

Los velatorios están plagados de risas nerviosas, chistes para aplacar la tensión que invade siempre el ambiente, lágrimas reales y fingidas comulgando en la misma sala; Hay una retahíla de historias, todos tienen algo que contar, una anécdota que sin importar si es graciosa o triste, desencadenará llanto a rabiar. 
Es una pornografía de dolor, pero yo sé que volverás.

Le pido al tipo encargado que por favor retire el vidrio que separa tu cara de la tapa de la caja, me dice que ahora se estila de esa manera. Insisto, pero sólo recibo una negativa hasta que ofrezco algo de dinero. Acepta, con la condición de cerrar la caja para que nadie lo note. Acepto yo también.

Es inevitable, las oraciones y misas cumplieron su ciclo, todos se encaminan para cargar la "caja mortuoria", ¡qué palabra! una caja que encierra muerte, pero tú vas a regresar y tenemos un problema, nadie me cree.

Vacilo al caminar, hundo un poco mi cabeza y meto mis manos en los bolsillos, me arrepiento tanto de haber dejado de fumar, este momento precisa un tabaco. Pese a mi seguridad de volver a verte, los recuerdos se agolpan un rato en mi cabeza. Sonrío al recordar tus ojos, pequeños escrutadores de mis movimientos; de la boca extraño tu lengua, siempre tibia y lista para mí, trato de no pensar en tus manos recorriendo mi cuerpo porque sino voy a gritarte que salgas de una maldita vez de esa caja y sé que debo esperar. Siempre me ha tocado esperar el momento que tú decides es el conveniente, así que disipo las ideas acercándome a un hombre desconocido y le pido un cigarrillo, vaya a la porra la abstinencia, bastante tengo con estar aquí esperándote mientras todos lloran.

Ni siquiera pusieron tus flores favoritas, esto está lleno de rosas y no hay ni una astromelia. En fin, estos cementerios modernos llenos de árboles y bancas vuelven un poco acogedor el momento, o será que lo siento así porque luego de seis años estoy volviendo a fumar y realmente, estoy disfrutando cada bocanada mientras de lejos veo el show del drama. Para vivir se necesita primero morir, siempre estuvimos de acuerdo en eso, como en tantas cosas más, pero prefiero no darle mucha cabeza en este minuto, quiero seguir disfrutando mi tabaco mientras veo a la gente empezar a dispersarse.

Ya tienes como un metro de tierra encima. Han pasado unos días, pero sigo aquí; los guardias me dejan dormir en las salas vacías y a veces como algo en la cafetería. Hoy está nublado el cielo, es uno de esos días que siempre disfrutaste, parece que va a llover, corre algo de viento y mientras camino cerca de tu tumba, escucho un ruido y un grito.

Lo sabía, llegó el momento. 






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