Cristina enciende un cigarrillo mientras mira su tatuaje, está en el antebrazo izquierdo, sube desde su muñeca hasta medio antebrazo, son cinco pequeños dibujos que simulan gaviotas volando, representan las cinco personas que amó y que terminaron yéndose de su vida, todas ellas diciéndole que era "linda", seguido de un pero, que justificaba el abandono.
Camina tranquila, sin rumbo fijo, ha decidido vivir sólo el
momento, libre de ataduras, trabaja de empleada doméstica, de asistente para
adultos mayores, de cajera en un restaurante o de mesera, dependiendo el lugar
al que llegue. Lleva poco equipaje, una mochila y sólo lo que cabe en ella, los
trabajos son para pagar la comida y comprar un ticket que le permita seguir
avanzando hacia ningún lugar en particular.
Ahora está en la playa y lo está disfrutando mucho, es
mesera de un pequeño restaurante de ceviches por la mañana y tiene toda la
tarde libre. Gusta mucho de sentarse en los malecones o parques a observar a
las personas. Así, observando un poco, logró superar la última y definitiva
ruptura.
Entendió que la distancia cumple un círculo en las
relaciones, primero llega la ansiedad, esa insoportable ansiedad y frustración
de sentir las manos atadas, no hay forma de acortar la distancia y la acompaña
una sensación espantosa de extrañar hasta que duele, no importa qué suceda
alrededor, la sensación de vacío es dominante.
Luego viene la costumbre, la ausencia no es tan terrible ya,
de repente, una anestesia emocional, un letargo mental y el dolor empieza
a desaparecer, poco a poco se deja de extrañar y la ausencia se vuelve
cotidiana, hasta que finalmente, está superada y aceptada. Se llenan los
espacios vacíos y se continúa.
La última vez, esa persona regresó una vez que el ciclo se
cumplió por completo y fue tarde, una vez finalizada y superada todas las
etapas no hay retorno. El sentimiento termina muriendo y lo que queda es un
cadáver desagradable pudriéndose cada minuto en el olvido, si se quiere
rescatar algo, lo único que aparecerá es ese cadáver con un exquisito olor a podredumbre
de relación muerta.
Sentada en la arena,
con los pies cerca del mar, ríe a carcajadas recordando, el mar moja
levemente sus pies a ratos y ella disfruta el cigarrillo. Su vida es perfecta
como está en este momento. No está dispuesta a iniciar ningún círculo, está
cansada del cliché del amor perfecto y para siempre. Como dice Cortázar
"Todo dura un poco más de lo que debería" y a ella el amor nunca le
dura lo suficiente.
El ser humano se adapta a todo, hasta a la ausencia que
tanta resistencia le ponemos al principio, infortunadamente, termina siendo
cotidiana.
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