miércoles, 20 de agosto de 2014

¿Y si muero hoy?

¿Y si muero hoy? Esa pregunta ronda mi cabeza mientras entro al baño a ver mis analgésicos, a veces el dolor es insoportable, otras llevadero, pero al tomarlas paso adormecida y no permito que el dolor suba a niveles de desesperación. Abro el frasco y meto la nariz para olerlo, es un olor a tierra, a polvo muy fuerte, casi de inmediato retiro la cara, apestan esas pastillas, en fin, son para ingerirlas y no para olerlas. Estoy cada vez más flaca, me miro en el espejo del baño apoyando mis manos en el lavabo y veo mi clavícula brotada, las costillas se empiezan a notar y es más obvio ahora que estoy con una camiseta de tirantes finos. Tengo más ojeras y han empezado a reproducirse miles de pecas por mis pómulos. El pelo que me llegaba hasta cuatro dedos bajo la tira del sostén, casi a la cintura, lo tengo corto como un chico, no me queda mal dicen, pero yo me siento fatal.

¿Y si muero hoy? vamos, en algún momento todos moriremos, nadie considera ese momento como el adecuado, todos tenemos que aceptarlo cuando llegue, pero ¿y si lo apuro? ¿Cómo reaccionaría la gente?

Mi hija, ay mi Gaby, esa flaca guapa me extrañará mucho, llorará un montón, pero no es vida para una adolescente estar lidiando con una madre enferma, le irá mejor vivir con su padre, un hombre con posibilidades económicas para llevarla de viaje a que olvide la tristeza. Un papá que se muere por ella y la llenará de amor, sólo debo confiar que dejará de salir con mujeres cuyas talla de sostén son mayor que sus IQ. En fin, él es un hombre inteligente, priorizará a la Gaby y me odiará un poco más, dirá que hasta en eso le dejé todo el trabajo a él. Mi Gaby, si me encuentra dormida pensará que no sufrí, que Dios me llevó y esa paz le dará paz. Dicen que los niños superan mejor una orfandad que un divorcio, mi hija tendría las dos experiencias, con el divorcio le fue muy mal, amaba demasiado a su padre y separarse de él casi la mata, bajó quince libras en todo el proceso legal y todavía llora cuando terminan sus fin de semana junto a él.

Mis padres, mi madre me lo agradecerá en secreto, luego de la muerte de la abuela se quedó sin una razón para que todos la compadezcan y reafirmen lo buena y abnegada mujer que es. La muerte de una hija la devolverá al centro de atención de sus amistades y parientes. Mi padre quedará devastado.

Mis amigas, ay mis amigas, un grupo de ellas harán cadenas eternas y tortuosas de oraciones para la salvación de mi alma, ya que tomé por mano propia la decisión exclusiva del "creador" de ponerle una fecha final a mis días. Otro grupo se encargará de recordar mis buenas acciones (las que hice y las que ellas asumen que iba a hacer) y nunca faltará ese pequeño grupo de amigas del colegio que dirán entre susurros con toda la insidia que las caracteriza que ellas no están sorprendidas, que desde el colegio yo tenía "un tornillo suelto".

Ah, pero mis ex son tema interesante. Particularmente tres. El primero se pondrá muy triste, volverá sus ojos a la iglesia y se arrepentirá de no haber tenido el valor de quedarse conmigo cuando tuvo la oportunidad. El segundo inevitablemente tendrá que dejar de contar historias de encuentros fortuitos, encuentros que sólo se dan en su imaginación ya que hace más de veinte años que no nos damos ni un beso volado, pero él disfruta contando estas historias como si fueran actuales y ha encontrado un grupo de idiotas que las creen y las reproducen. El tercero, en el fondo me lo agradecerá, estamos ya en ese final de la relación, cuando no quedan más que reclamos, explicaciones y de repente un encuentro sexual que no mejora nada. Él considerará de lo más conveniente mi partida, así se evitará seguir escuchando sobre un compromiso que nunca estuvo dispuesto a darme y podrá quedar como un príncipe, diciéndole a todos cuánto me amaba (aunque no me lo demostraba hace mucho tiempo) y lo próximo que estaba a proponerme una vida juntos. já!

Los demás seres me da igual lo que piensen o les suceda con mi partida. 

Me siento un rato en el piso, este análisis me ha dado un mareo terrible. Qué rápido se genera vida y qué rápido puede irse. Cortázar decía "La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose", pero yo ya no tengo esperanza. No tengo vida defendiéndose en mí. Tengo muerte galopando, chupándome, quitándome minutos. Me incorporo y abro el grifo de agua para llenar el vaso con el que usualmente me enjuago los dientes luego de lavarlos, mientras el vaso se llena abro el frasco y una última vez ¿Y si muero hoy?

-Ma! ya llegué, se cancelaron los exámenes por un rollo con los profesores, ¿dónde estás? Gaby entra a nuestro diminuto departamento, puedo escuchar cómo deja su mochila sobre el sofá y avanza hasta entrar en mi dormitorio. 

-Gaby, estoy en el baño. Tiemblo, ella no debería estar aquí tan temprano.

-¿Cómo te has sentido? ¿Ha habido dolor? Hoy no sabes, he estado pensando harto en tí ¿sabes? ¿Ya sales del baño? Te voy a preparar una ensalada con quinua, me han dado la receta y dicen que es muy buena para subir las defensas. 

- Si hija, ya salgo, dale, adelanta la ensalada. Cierro el grifo y el frasco, los giros de las causalidades. Hoy no fue. 


¿Y si muero mañana?







2 comentarios:

  1. Que angustía tan agobiante debe sentir, siempre preocupandose de lo que inevitablemente llegará, en lugar de disfrutar del hoy que es lo único que tenemos seguro. Saludos.

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  2. La protagonista muestra un estado de ánimo deprimente, pobre niña su hijita, quizás si pudiera verla podría tener más valor para enfrentar la vida.
    Me gustó la narración, muy real, autentica.

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