Amado Mr. E:
He terminado de leer toda la sobredosis de libros que me impuse antes de contestar tu mail. Necesitaba pensar en no pensar, tratar de ver nuestra historia no historia desde lejos, abstraerme hasta un punto donde ya no sienta dolor ni resentimiento y pueda escribirte con los vestigios de amor que todavía siguen dispersos por el suelo de mi corazón.
Los pormenores te aburren, los reclamos de siempre han caído en una apatía que calienta nuestras ideas, mientras nuestros corazones se enfrían. Te voy a contar una historia y cuento con tu habilidad mental para discernir lo que quiero decirte.
Hay una mujer a la que una compañía de autos contrató para que pruebe su último modelo, un auto deportivo hermoso, casi vuela con sólo presionar ligeramente el pedal para acelerar. La propuesta consiste en manejar este auto por una carretera libre de personas, animales y nada que obstaculice ir a la velocidad que ella desee. Ella es una piloto consumada, altamente reconocida y su prestigio le da prestigio al auto y viceversa. Un pacto donde todos ganan aparentemente, pero tu sabes que la vida no es así.
Ya en la carretera, esta mujer maneja rápido, da giros, sigue andando a toda velocidad porque ella ama manejar y sentir la fuerza de la velocidad. Dentro de la cabina la música es un vuelo a los sentidos, todo brinda la sensación de fuerza, poder y sobretodo de ser invencible; de repente en una curva cuando llega la aguja a 200km/h una pared de roca. Una pared de roca gris, con puntas saliendo desordenadamente, fuerte y hostil.
Inevitablemente se estrella contra la pared. El auto se hace añicos, ella sale disparada pese al cinturón de seguridad. Reventó su cuerpo contra esta pared gigante de piedra y cayó tendida en la calzada. No muere, sangra cada parte de su cuerpo, está rota por dentro y por fuera. Hay un sol que descarna su piel quemada por el impacto. No puede pensar, casi no puede abrir los ojos pero siente que todavía el aire entra a sus pulmones, espera la muerte pero esta no llega. Escucha a lo lejos una ambulancia y pierde el conocimiento.
En la sala de un hospital donde ella es la única paciente se encuentra recostada sobre una cama frágil y ve sus brazos llenos de tubos y sueros. No puede moverse y no entiende que pasa. Alguien cura sus heridas y la alimenta hasta que sus fuerzas poco a poco empiezan a regresar. Es entonces cuando vuelve a aparecer este hombre alto, siempre con gafas oscuras, de terno oscuro y corbata blanca sobre camisa blanca, impecablemente peinado y oliendo delicioso.
Es el mismo hombre que la contrató para esta prueba automovilística, trae una silla y la coloca cerca de su cama. Se sienta y le dice al oído en un tono melódico totalmente tranquilizador mientras toma su mano y la acaricia -Tranquila, todo va a estar bien, no volverá a suceder. Te necesito. Necesito contar contigo una vez más, confía en mi, esta vez todo saldrá bien.
Ella niega con la cabeza y al hacerlo el dolor le recuerda el choque, corren lágrimas de sus ojos pero él las seca con un beso y le dice que confíe, le repite que ella es especial, que no pierda la fe, le asegura que él siempre estará ahí. Como has de deducir al leer esto, ellos tenían una relación sentimental larga y él la necesitaba para estas pruebas, puede ser que la utilizaba, no lo sé. Eso lo dejo a tu criterio. Te sigo contando...
Ella lo volvió a hacer con el mismo desenlace, lo hizo muchas veces y en todas se estrelló, en todas se rompió. Un día mi querido Mr. E, ella escapó de la clínica antes de su visita. Un día las heridas fueron incapaz de cerrarse y herida, huyó.
Sabes lo que más temía esta mujer cuando estaba tendida en la calzada? Temía que la ambulancia nunca llegara, cada vez tardaba más en llegar a salvarla. Cada vez pasaba más tiempo hasta que sus heridas se cierren, cada vez era peor. Un día entendió lo sola que estaba y se aferró a la vida, por eso huyó de él.
Te cuento esto mi amado, porque tu eres esa pared y nuestra relación que no es relación, es el auto a toda velocidad que me pides que maneje una y otra vez y me destrozo en cada impacto. Hay heridas que no van a sanar, heridas que me dolerán cada minuto del resto de mi vida. Tengo cicatrices que me han desfigurado la sonrisa para siempre.
Espero que comprendas estas líneas, espero que busques otra piloto para romperse contra tu pared. Yo ya estaba rota desde el principio.
Paula
Que intenso
ResponderEliminarpero me gustó la historia y así es a veces en la realidad
Saludos