martes, 16 de abril de 2013

Violeta

Sube las escaleras a toda prisa, le tiemblan las piernas de la emoción, su corazón late tan fuerte que teme se le salga del pecho, Violeta sabe que al llegar estará él esperándola, lo ama con todas sus fuerzas, se arregla para gustarle, aunque es guapa nunca se siente como tal, su pelo largo se mueve mientras ella salta de dos en dos los escalones, casi le cuesta disimular su ansiedad. Mientras sube viene a su memoria todas las veces que se suscita un encuentro, todos son especiales para ella, verlo, el sólo hecho de verlo ya vale la pena, ella ha visto y conocido hombres hermosos, altos de abundante pelo negro y ojos azules como el cielo, rubios como el sol, dueños de un bronceado envidiable y dientes perfectos, unos con cuerpos espectaculares y otros dueños de una simpatía irrebatible, pero ninguno se compara a este hombre que está esperándola al final de la escalera.

No es alto, está perdiendo pelo, ni siquiera es joven, pero Violeta está enamorada, se quedó perdida en sus ojos, siente una admiración que bordea la adoración, lo ama, lo comprende, lo justifica, lo entiende todo inclusive aquello que no tiene justificación ni explicación. Sube agitada, llega y lo busca con la mirada, usualmente él está cerca, esperándola con esa mirada profunda que la derrite, que la envuelve y la mantiene cada día más enamorada.

Sigue caminando por el malecón y mira el reloj, asume que se atrasó, él vive ocupado y ella agradece los minutos que de vez en cuando, un rato a la semana él le regala, ella comprende y lo justifica. Un poco preocupada sigue caminando en círculos, trata de llamarlo pero no hay respuesta.

No habrá respuesta, no va a llegar, él decidió dejarla y se marchó sin decir nada, espera que ella lo deduzca, que resuelva sola ese problema, él no tiene tiempo para seguir perdiendo, esta vorágine de amor, pasión y entrega ya lo aburrió, ya pasó el entusiasmo, ahora lo ahoga, lo que antes le encantaba de ella ahora lo agobia. Su trabajo lo consume demasiado y esta diversión se empezó a volver intensa, Violeta empezó a querer más tiempo, no se lo dice, pero él no es tonto y no es la primera Violeta de su vida, así que ya sabe cómo terminará y no tiene ganas ni tiempo.

"Somos ladrones del tiempo, porque robamos minutos que el destino nos niega" solía decirle Violeta en éxtasis de amor por él, pero se acabó, le da un poco de pena imaginarla llorando sola al darse cuenta que él no aparecerá en la cita de la semana. Siente lástima, pero se calma, nadie muere de amor, ella estará bien en algún momento y él volverá a encontrar otra Violeta

La vida siempre continúa, no espera a nadie.





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