Ya cuando sólo resta escuchar música de la época en la que se fue feliz y viajar al pasado, es momento de partir. No hay nada que hacer.
Cada vez más flaca, me estoy consumiendo. El pelo se cae tanto que lo he cortado muy pequeño quedándome con una pinta andrógina que me gusta. Fumo sentada en el bordillo de la ventana. Imagino tu cara, recorro tus lunares y olvido los besos.
Las uñas de mis pies se han puesto muy duras, casi forman una sola masa con los dedos. No las puedo cortar y ya no me importa. Al frente, mi vecina despide a su marido con un beso, le hace la señal de la cruz sobre el pecho, lo ve salir y cierra la puerta. Minutos más tarde, lo veo desde otra ventana, sin ropa, sin cruz y con besos de bienvenida.
Abajo hay una mujer que grita, vende billetes de lotería. Asegura que tiene los que cambiarán la vida de quien los compre. Quisiera comprar uno, y confiar en ella, pero no pasará. El dinero no puede cambiar mi vida. Esa no es mi solución, ni la respuesta. Mi tiempo se termina.
Ayer bajé a lavar ropa, mi edificio tiene un cuarto de lavado y al entrar, silencio. Una madre decidió irse casi arrastrando a su hijo que no dejaba de verme. Las alas me han crecido un poco y ya no uso blusas. Así que mis pequeños senos sin vergüenza se muestran erguidos y los pezones aún reaccionan frente al estímulo. Cada vez hay menos ropa que lavar. La mujer que administra el lugar siempre es amable conmigo. Me trajo una frazada porque abajo hace frío y compartió conmigo su café. Por fin decidió echar a su marido de casa, la última golpiza involucró a su hija, así que está sola nuevamente. Unimos nuestro frío y luego subí con ropa limpia.
El viento trae palabras pájaro, perdidas en el tiempo. Debo esperar un poco más. Recuerdo cuando miraba tus ojos y pensaba -quería pensar- que en alguna parte estaba yo. Tocan duro mi puerta, voy despacio. Al abrir, un pequeño paquete. Mis cigarrillos. El hombre de la tienda me ama, sabe que no es mutuo, pero me envía regalos. Tal vez, algo lo amo. Agradezco su tiempo para mí.
No creo en el destino. No creo en el futuro. No creo en casualidades. No creo. No creo. No quiero creer.
Tengo el cuerpo más duro, llegó el momento. Abro la ventana, es tiempo de volar.
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