Empezamos a vivir juntos casi de inmediato. Compartíamos todo nuestro tiempo libre y él cocinaba, cocinaba delicioso. Nadie lo hacía tan bien como él. Sólo había algo inquietante en nuestra idílica relación. Él tenía un cajón que estaba siempre asegurado. Alguna vez le pregunté qué guardaba y recibí muchas evasivas.
-Cosas del pasado, de mi vida antes de ti. Cosas que ya no hago.
Esas eran sus respuestas. Una mañana violé todas las seguridades y encontré miles de fotos de distintas mujeres, rostros, piernas, brazos y espaldas sin nombres.
Esas eran sus respuestas. Una mañana violé todas las seguridades y encontré miles de fotos de distintas mujeres, rostros, piernas, brazos y espaldas sin nombres.
Teníamos por costumbre cenar todos los viernes, comida preparada siempre por él. Ese día lo llamé y le dije que le tendría una sorpresa, yo iba a preparar algo especial.
Todo estaba a oscuras, sólo una pequeña vela sobre la mesa de comedor.Llegó a la hora que le pedí. Lo vi sacarse el saco, aflojarse la corbata, descalzarse y empezar a llamarme mientras me buscaba. Lo apuñalé directo a la yugular. Tres embestidas rápidas y en vertical para no lesionar músculos, ni permitir que la adrenalina lo arruine todo. Se derrumbó entre mis brazos sin vida. Esa noche cené sola, todo me quedó exquisito.
El peor descuido de un caníbal... es no reconocer a otro.
OMG!!! Qué impacto! Buenisimo!
ResponderEliminarExcelente historia!!!
ResponderEliminarNunca se puede jugar con los sentimientos de otra persona. Final cruel, pero justo.-
ResponderEliminarOK... me ha dado un ligero escalofrío por la espalda. Gran relato, felicitaciones.
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