Se fueron los años y crecieron edificios modernos y nuevos a su alrededor. Le queda de vecina y recuerdo, la vieja iglesia tan antigua y bella como ella. Se miran a distancia, sienten el cobijamiento de los años, pero están solas.
El centro de la ciudad es un lugar hermoso para una casa como ella, piensa y se consuela. Alguna vez todo giraba en torno a ella. Alguna vez todos la llamaban bonita.
No tuvo muchos habitantes. Cinco familias, cinco historias, cinco finales y despedidas. Durante los años que cada grupo de personas vivió en ella, hubo risas, fiesta y alegría; también vivió llanto, distancia y pérdidas, pero se sentía feliz de estar acompañada. Cada habitante imprimía su esencia de vida y la vida avanzaba. Tenía la esperanza de que esta última familia sea su familia definitiva, soñaba con terminar de vivir con ellos y trascender en el tiempo entre sus historias, sin embargo fueron su perdición, removieron sus cimientos sólo para destruirla, dañaron su paredes, rompieron sus ventanas y sin piedad dejaron que los vidrios rueden por el piso. Cuando deterioraron hasta su pintura se marcharon. Ahora está vacía.
El tiempo pasa en vano pero ella no pierde la esperanza, anhela la llegada de alguien que venga y le devuelva la luz. Alguien que abra de par en par sus ventanas y vuelva a entrar un aire fresco y renovador que la invada de alegría nuevamente.
A veces logra entrar una pequeña brisa por debajo de la puerta levantando el polvo que abraza su interior desvencijado y algo en ella retoma la esperanza. Está segura que todavía puede volver a tener la casa llena y confía que los siguientes habitantes serán los definitivos.
Saludos Verónica, sólo me pregunto si esto fue inspirado por algo en particular.
ResponderEliminarSaludos
La casa puede ser lo que tu quieras. Inspirado en generalidades y particularidades de la vida cotidiana. Gracias por tu tiempo. Saludos
ResponderEliminarLindo, bella mia
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